9 de abril de 2013

El Fondo Monetario Internacional

Por Javier Orrego C.


En el sitio Web oficial del FMI se lee: “El FMI tiene encomendada la función de supervisar el sistema monetario internacional y hacer un seguimiento de las políticas económicas y financieras de sus 187 países miembros. Esta actividad se conoce como supervisión. Como parte de este proceso, que se realiza tanto a escala mundial como en cada uno de los países, el FMI destaca los riesgos que pueden comprometer la estabilidad interna y externa y brinda asesoramiento sobre los ajustes de política económica necesarios. De esta manera el FMI contribuye a que el sistema monetario internacional cumpla su propósito esencial de facilitar el intercambio de bienes, servicios y capital entre los países, respaldando así un crecimiento económico sólido”. 
Con esto se nos hace creer que se trata de una institución de cooperación internacional a la que se adscriben –supuestamente en forma voluntaria– los países que reconocen la necesidad de mantener un sistema estable de compra y venta de sus respectivas monedas. Según la Carta Constituyente del organismo, la misión de éste es promover la cooperación monetaria internacional asegurando la estabilidad del intercambio de divisas, además de facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional, proveer el establecimiento de un sistema multilateral de pagos, realizar préstamos ocasionales a los miembros que tengan dificultades en su balanza de pagos y ayudar a estos países en aprietos a corregir los factores que generaron este desequilibrio. 
El problema está en la interpretación respecto de estas correcciones. Como ya hemos visto, el déficit en la balanza de pagos de los países tienen que ver con un aspecto esencial de la economía mundial: la deuda es siempre más grande que la riqueza. El hecho de que esta situación explote en unas partes sí y en otras no obedece en el fondo a razones muy distintas a las que usualmente se cree. Las economías del mundo son, a este respecto, como las piezas del tablero que los amos del mundo mueven a su antojo en función de un juego del que sólo ellos conocen las reglas.
Usualmente las medidas “correctoras” de las economías pasan, casi por regla general, por un ajuste del gasto interno basado en una contracción del presupuesto público en detrimento del gasto social, además de la desregulación del mercado laboral, el aumento de impuestos y la implementación de una estructura de libre mercado que garantice el laissez faire a los magos negros de la especulación, entre otras medidas impopulares. Es decir, la idea es pagar la deuda que los ricos y ultra-ricos de los países han contraído con el sistema financiero internacional a expensas de los ciudadanos, y con el aval del Estado. Aquí los únicos que nunca pierden son los que convirtieron los diez cerdos reales que había en los corrales de las naciones en los miles de millones de cerdos imaginarios que se revuelcan en los corrales ficticios de las instituciones financieras. Así, se critica que la gestión del FMI aborda el problema de la deuda externa de los países pobres resguardando siempre los intereses de los grandes bancos acreedores, agravando con ello las condiciones de vida de la población. En realidad, lo que el FMI supervisa es que el intercambio de bienes, servicios y capitales entre los países redunde siempre en beneficio de lo que se ha dado en llamar la cleptocracia[1] internacional de políticos, burócratas y banqueros que han secuestrado al mundo.
Hay que entender que, como en el caso griego, los “rescates” del FMI no son más que un salvataje lanzado a los bancos dueños de la deuda del Estado, de modo que el dinero del rescate no llega nunca a beneficiar al país en su conjunto sino precisamente a los que han secuestrado la economía de dicho país sobre la base de la multiplicación de la deuda pública y privada. En el caso griego, la mayoría de estos “secuestradores” son bancos alemanes y franceses. 
Este esquema es parecido al descrito por John Perkins en su célebre libro Confesiones de un Sicario Económico donde relata el modus operandi de los emisarios de un puñado de grandes corporaciones estadounidenses –reclutados nada menos que por la National Security Agency (NSA) de los Estados Unidos–, para estafar a países del Tercer Mundo prestándoles más dinero que el que podían pagar. El objetivo de estas operaciones, que comenzaron a llevarse e a cabo a fines de los sesenta y principios de los setenta, era hacerse con el control de las economías de estos países y echar mano de sus materias primas. Según las confesiones de Perkins, estas maniobras se hicieron en connivencia con el FMI y el Banco Mundial. Los emisarios llegaban a los países a ofrecer importantes acuerdos comerciales, así como planes de construcción de infraestructura, puentes, carreteras, puertos, etc. Obviamente, para asegurar la firma de los contratos se pagaban cuantiosos estipendios a la elite dominante local. Los fondos se gestionaban luego a través del Banco Mundial e iban directamente a estas corporaciones... pero la deuda era contraída por los Estados.
En el año 2008 el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se rebeló ante las presiones del FMI que exigía que se destinara al servicio de la deuda nada menos que el 50% del presupuesto anual de la nación. Por otro lado,  convocó un Comité de Auditoría para analizar la deuda pública. Este comité descubrió un sinnúmero de operaciones ilegales del tipo de las descritas por Perkins que, contraídas por el Estado ecuatoriano, beneficiaban sólo a una minoría opulenta. La develación del fraude y las medidas tomadas para corregir la situación significó un ahorro para el Estado de unos 7.000 millones de dólares.
Este es sólo un ejemplo del oscuro trasfondo de la globalización y el modo como opera el sistema financiero internacional de la mano del todopoderoso FMI y el resto de las instituciones escudo de la oligarquía mundial.
La creación de una nueva unidad monetaria de reserva
Pero las cosas son aún más turbias de lo que parece en estas alturas de la pirámide del poder mundial. Desde hace un tiempo se viene hablando de la necesidad de crear una moneda global para reemplazar la hegemonía del dólar. Esta reforma del actual sistema monetario internacional, vigente desde la supresión de los acuerdos de Bretton Woods por parte del gobierno de los Estados Unidos a principios de los setenta, ha sido propuesta, entre otras instancias, por la misma ONU, como lo revela un informe presentado durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) celebrada en Ginebra el año 2009.
Según este informe, el sistema monetario vigente ha sido el gran responsable de la actual crisis financiera que atraviesa el mundo. El estudio sostiene que el papel del dólar como moneda de reserva mundial debe ser revisado, tal y como vienen exigiéndolo las principales economías del mundo, en especial Rusia y China. La idea sería sustituir al dólar por una moneda artificial, medida que, según se sostiene, resolvería los problemas de déficit en las cuentas corrientes que presentan algunos países por falta de ahorro ayudando así a la estabilidad financiera internacional. Además, el actual sistema depende de la política monetaria del banco central que emite la moneda de reserva mundial, es decir la Reserva Federal de los Estados Unidos. El problema es que las decisiones de la FED se toman de acuerdo a las necesidades internas de los Estados Unidos sin tener en cuenta las necesidades de los demás países. Por lo mismo, la propuesta supone la creación de una especie de banco central a nivel mundial que se encargue de mantener la estabilidad de los tipos de cambio sobre la base de esta nueva unidad monetaria internacional. Es decir, estamos a un paso de que el FMI se transforme el Banco Central del mundo ubicándonos en la frontera de la implementación de un gobierno mundial todopoderoso regentado por un puñado de oligarcas y burócratas sin escrúpulos.
A fines de marzo de 2009, el director del Banco Central de China, Zhu Xiaochuan, dio un discurso llamando a una reforma del sistema monetario internacional fustigando a los dirigentes occidentales por permitir que la banca se descarriara debido a las malas regulaciones. Zhou sostuvo que la actual crisis financiera se hizo más grave por las debilidades inherentes del actual sistema monetario internacional y pidió un cambio gradual hacia el uso de Derechos Especiales de Giro del FMI como moneda de reserva mundial de gestión centralizada. Según él, esta medida resolvería las insuficiencias de la utilización de una moneda nacional como moneda de reserva mundial siendo el primero en reflotar la idea del bancor proponiendo la utilización de los Derechos Especiales de Giro del FMI para asumir ese papel.
Posteriormente, el día 16 de junio de 2009 el presidente de Rusia Dimitri Medvédev, en una Conferencia de países asiáticos acaecida en Ekaterimburgo, se pronunció en parecidos términos llamando a la creación de una nueva moneda de reserva basada en una ampliación del mecanismo de los DEG del FMI. Casi un mes más tarde, Medvédev presentó la nueva moneda en la Cumbre del G-8 celebrada en la localidad de L’Aquila, Italia. La moneda, que llevaba el lema “Unidad en la Diversidad” fue acuñada en Bélgica y presentada a los jefes de las delegaciones, entre ellos Obama, Sarkozy, Merkel, Berlusconi, etc.
Otro documento[2], esta vez originado desde el interior del propio FMI durante el año 2010, hace recomendaciones similares dándole incluso un nombre a la futura moneda: el “bancor”, denominación que fue sugerida originalmente por John Maynard Keynes, uno de los economistas más influyentes del siglo XX, participante en los acuerdos de Bretton Woods como cabeza de la delegación británica.
Esta propuesta no hubiese podido ser siquiera formulada hace unos años atrás cuando el dólar era efectivamente la moneda más estable y segura del mundo. Pero el colapso de la economía estadounidense, según algunos orquestado por las mismas manos que controlan las finanzas mundiales, ha permitido entrar en este capítulo de la historia en que, al parecer, se aproxima un nuevo giro de timón en dirección a acrecentar el control planetario por parte de los amos del mundo a expensas de la nación más poderosa del mundo. A estas alturas, no cabe duda que los acontecimientos mundiales se dirigen hacia un debilitamiento de los estados nacionales en función del surgimiento de un gobierno planetario centralizado.
La caída de Stauss-Kahn y sus repercuciones
Lo curioso de todo esto es que los acontecimientos internacionales, si bien orientados en la dirección descrita, parecen confirmar la existencia de ciertas disensiones al interior de las cúpulas financieras, toda vez que han surgido grietas en la unidad monolítica que sus esfuerzos de control representan. A este respecto es sintomática la caída del ex director del FMI, Dominique Straus-Kahn cuyo proyecto implicaba, en efecto, la inminente implementación del bancor como unidad monetaria global con la consiguiente transformación del FMI en la principal entidad financiera del planeta en detrimento de la FED. Esto, por supuesto, traería como consecuencia una significativa pérdida de influencia de los Estados Unidos sobre el mundo, cuestión vista con malos ojos por la todopoderosa camarilla de banqueros de Wall Street, fundadores y administradores de la FED. De modo que la fracción estadounidense de dicha cúpula –representante de los intereses del complejo industrial militar estadounidense, con importantes conexiones en Israel– estarían defendiéndose como gatos acorralados frente a los planes del resto las familias, representadas a estos efectos por la Casa Rothschild. 
Según muchos analistas, es imposible comprender la caída de Strauss-Kahn –quién por lo demás era el casi seguro sucesor de Sarkozy el en Palais de l'Élysée hasta que estalló el escándalo– sin situarla en el contexto de este proyecto de creación de esta nueva unidad monetaria, cuyo primer paso  estaba previsto para ser dado durante el mes de mayo de 2011.
Las cosas ocurrieron más o menos así: en la Cumbre del G20 celebrada en Londres el día 2 de abril de 2009 Estados Unidos se vio obligado a aceptar un significativo incremento en los recursos asignados al FMI, así como una asignación extra de Derechos Especiales de Giro (DEG)[3] con el objeto de inyectar a la economía mundial unos 250.000 millones de dólares destinados a aumentar la liquidez global. Los DEG son, según la definición que da el propio FMI, activos de reserva internacional creados para complementar las reservas oficiales de los países miembros. Su valor está basado en una cesta de cuatro monedas fuertes fundamentales, a saber: el dólar, la libra esterlina, el euro y el yen. Este instrumento –creado en 1969– es, en el fondo, una especie de moneda artificial concebida para reemplazar el oro en las transacciones internacionales, razón por la cual suele ser llamado “papel de oro”. En realidad se trata de créditos que las economías más poderosas pueden emitir en favor de países con déficit comercial. Sin embargo, pese a las expectativas iniciales, los DEG hasta ahora no han sido de mucha ayuda y rara vez son utilizados.
Pues bien, se presume que la estrategia de Strauss-Kahn pasaba por basar la futura creación del bancor en estos DEG. Además, se había acordado la creación de un Consejo de Estabilidad Financiera para ayudar a mejorar el funcionamiento de los mercados financieros mundiales y reducir el riesgo sistémico a través de un perfeccionamiento en el proceso de intercambio de información favoreciendo con ello una mayor cooperación internacional. Evidentemente, la paulatina implementación de las medidas tendientes a favorecer este cambio de reglas de la institucionalidad financiera mundial se encaminaba hacia una pérdida de control de los avatares de la economía mundial por parte de los amos de Wall Street.
En resumen... no podía tardar en estallar la crisis. Strauss-Kahn era, además, una víctima perfecta dada su fama de playboy adicto al sexo. Las nuevas orientaciones del FMI bajo el mando del político socialista hubiesen acarreado graves efectos sobre el carácter hegemónico de la economía estadounidense y de su aparataje militar financiado por medio de la creación de deuda.
Por lo demás, la posición del ex-director del FMI respecto al tema de Grecia era muchísimo más moderada que la de los países de la línea dura representados por los gobiernos de Estados Unidos, Alemania y Francia. En realidad Strauss-Kahn intentaba alejar al FMI del papel de malo de la película que venía siendo su línea de acción desde los años 70.
Además, hay que hacer notar la poco conocida conexión entre la caída de Strauss-Kahn con el desplome casi simultáneo del régimen de Kadhafi en Libia, país poseedor de inmensas reservas de oro, además de considerables reservas monetarias y de fondos soberanos. Ocurre que Trípoli tenía un rol fundamental en el experimento del ex-director del FMI pues se estaban haciendo los preparativos para basar la moneda del país, el dinar, en los mencionados DEG. En un principio los planes de Kadhafi pasaban por la creación de una moneda panafricana basada en el oro, pero al no lograr concretar la idea había dado un paso decidido para unirse a la propuesta de Zhu. Por supuesto, los movimientos de Khadafi eran seguidos de cerca por otros estados árabes, como Túnez, Egipto y Siria. Khadafi quería convencer a los demás países productores de petróleo de la región que en adelante las compras de crudo se hicieran en dicha moneda. Es decir, la idea era cambiar riqueza por riqueza remplazando al dólar, dada su falta de respaldo real, por una divisa de verdad. Por supuesto, el conveniente estallido de la sublevación congeló no sólo estos planes, sino todos los fondos del Estado libio en el extranjero. He aquí el oscuro trasfondo de la llamada “primavera árabe” 
Según afirma el periodista y activista político francés Thierry Meyssan[4], en el momento de su detención, Strauss-Kahn se encontraba saliendo desde Nueva York a Berlín para conversar de todas estas cosas con la Canciller alemana, Ángela Merkel.[5] La siguiente parada era Trípoli.
De modo que gran parte de los fatídicos acontecimientos que el mundo ha contemplado en los últimos meses –los cambios en la dirección del FMI, la crisis griega y sus consecuencias globales, el déficit de la balanza de pagos de los Estados Unidos, la primavera árabe y la caída Khadafi, además de la caída y desestabilización de otros gobiernos de la zona, entre otros asuntos no menores– no son más que las esquirlas de una gran conflagración financiera de proporciones jamás vistas que está ocurriendo en estos mismos momentos a ojos vista de la comunidad internacional sin que los ciudadanos del planeta se hayan dado siquiera por enterados. El triunfo parcial de los intereses estadounidenses ligados al complejo industrial militar queda demostrado por la elección de la sucesora de Strauss-Khan, Christine Lagard, ex-ministra de Comercio Exterior de Francia, formada en los Estados Unidos, cercana a Zbigniew Brzezinski y ligada, precisamente, a estos intereses.[6]
El dilema de Triffin
En 1960 el economista belga Robert Triffin denunció una imperfección del modelo monetario internacional nacido de los acuerdos de Bretton-Woods. Su advertencia, considerada profética a estas alturas, se conoce desde entonces como el “dilema de Triffin”. La tesis asegura que la economía estadounidense no puede crear liquidez internacional como no sea por medio del endeudamiento con otros países, lo que conduce a la mantención de un déficit permanente en su balanza de pagos, acompañado de un fuerte gasto militar necesario para asegurar su hegemonía. Es decir, el crecimiento de la economía mundial provocaría, necesariamente, un mayor endeudamiento de la economía de los Estados Unidos en un ciclo sin fin. Triffin anticipaba que cuando los pasivos estadounidenses alcanzaran cierto volumen inmanejable, el Departamento del Tesoro se vería obligado a detener el incremento de su déficit afectando con ello el suministro de reservas internacionales. De este modo, frente a la falta de liquidez, los bancos centrales de los demás países se verían obligados a convertir sus reservas de dólares en oro reduciendo aún más las reservas estadounidenses hasta provocar el colapso total del sistema. La solución a este dilema, según el pensamiento representado por Triffin, pasa igualmente por la creación de nuevas fuentes de liquidez basadas, por ejemplo, en los DEG del FMI.


[1] Del griego clepto (robo, despojo) y cratos (autoridad, gobierno). El término significa, literalmente, “gobierno de ladrones” haciendo alusión a la corrupción de las clases gobernantes.
[2]Acumulación de Reservas y Estabilidad Monetaria Internacional”, documento del Departamento de Política y Revisión del FMI (http://www.imf.org/external/np/pp/eng/2010/041310.pdf), 13 de abril de 2010.
[3] Special Drawing Rights en ingles (SDR).
[4] Meyssan, además de ser el fundador de la conocida Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace, ha sido uno de los principales promotores de la denuncia respecto a que los atentados del 2001 en los Estados Unidos fueron en verdad autoatentados preparados por un cartel criminal de representantes en las sombras del aparato industrial militar estadounidense-israelí.
[5] Entre otras cosas, en Wikipedia se afirma que “en julio del 2008 Meyssan acusó a Sarkozy de ser agente de la CIA basándose en informes de un presunto agente y le adjudica el asesinato del prefecto Claude Erignac. Sarkozy inicia acciones legales contra Meyssan, y éste se fuga de Francia, fijando su domicilio desde ese momento en Siria. La página Red Voltaire es quitada del servidor francés por la Corte Suprema, y Meyssan se ve obligado a subirla nuevamente en un servidor ruso, en el que permanece hasta hoy”.
[6] Ver http://www.voltairenet.org/Con-Christine-Lagarde-la-industria.

Javier Orrego C., Fragmento de A  LAS PUERTAS DEL COLAPSO GLOBALEl mundo de rodillas frente a Los magos negros de la economía mundial

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