Nacido también en 1944 a partir de los acuerdos de Bretton Woods, el Banco Mundial es una especie de cooperativa en que sus accionistas son los 187 países miembros. Nace, de hecho, como una extensión del Banco Internacional para la Reconstrucción y Fomento (BIRF), un organismo ideado para socorrer a los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo principal de la institución es la reducción de la pobreza por medio del apoyo económico a los países pobres y en vías de desarrollo. De todos modos, siempre ha estado en el ojo del huracán de las críticas pues se le acusa de mirar para otro lado ante los abusos de poder perpetrados por las cúpulas financieras del mundo a través de sus esbirros del FMI.
En el presente, bajo el
auspicio del Grupo del Banco Mundial (GBM), la institución se estructura en
función de cinco organismos satélites que se encargan de la otorgación de
créditos y donaciones a países pobres y en desarrollo, así como del suministro
de capitales para el sector privado de estos países. Además, provee de seguros
y garantías contra riesgos y pérdidas de las inversiones privadas ante eventos
políticos o de cualquier otra naturaleza. También presta, a través del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias
Relativas e Inversiones (CIADI), servicios internacionales de
conciliación y arbitraje para ayudar a resolver disputas financieras. Con sede
en la ciudad de Washington, el organismo tiene oficinas en más de 100 países,
contando con más de 10.000 funcionarios.
Las políticas económicas
promovidas por la institución ponen énfasis en determinadas reformas
estructurales que los países miembros y beneficiarios han de adoptar
necesariamente con el fin de asegurar el desarrollo sostenible y la reducción
de la pobreza. Estas medidas básicamente apuntan a la supuesta necesidad de
redefinir el rol del Estado y promover la libre competencia, sintetizando con
ello la médula del pensamiento neoliberal amasado en los organismos financieros
internacionales –es decir, el Banco Mundial, el FMI, la FED, etc.– y los
principales centros de pensamiento económicos asentados en Washington D.C. El
llamado neoliberalismo representa, en el fondo, la institucionalización de un
modelo económico centrado en la globalización. Es el reino de los tecnócratas
que se complacen en mirar los procesos económicos desde las alturas
concentrando sus estudios en los índices macroeconómicos y pregonando, urbi et orbi, las bondades del libre
mercado como mejor garante del equilibrio
institucional y el crecimiento económico de los países.
Se entiende que la implementación de una economía globalizada es el primer paso
para la futura extinción de los Estados nacionales.
Básicamente estos ajustes
estructurales apuntan hacia una mayor disciplina presupuestaria disminuyendo el
déficit de los presupuestos públicos (en síntesis, el recorte del gasto
social), la implementación de reformas tributarias que amplíen la base de los
impuestos (reduciendo los más altos), la liberalización de los tipos de
interés, el fortalecimiento del tipo de cambio, la liberalización del comercio
internacional por medio de la disminución o extinción de las barreras
aduaneras, la eliminación de barreras para las inversiones extranjeras, la
privatización de las empresas públicas, la desregulación de los mercados y la
protección de la propiedad privada. En resumen, la idea es crear las condiciones
propicias para que el pez más grande se coma al más chico.
Hay una convención tácita que establece que el
Presidente del Banco Mundial ha de ser siempre de origen estadounidense,
mientras que el Director del FMI será de origen europeo.
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